El colombiano medio odia a Venezuela (por cierto, hay un huevo de colombianos viviendo en Venezuela que están económicamente mejor que viviendo en Colombia). Cuando les preguntás por qué, no pueden dar ningún tipo de argumento válido y se limitan a repetir lo que los medios de comunicación, totalmente controlados por el gobierno colombiano, repiten una y otra vez. Los medios de Venezuela que están en contra de Chavez actúan de la misma manera que los programas que hablan de las estrellas hollywoodenses: la forma de desvalorizar al gobierno venezolano es por medio del cholulaje. ¿Tan difícil es pensar en críticas constructivas que tengan que ver con la realidad política de un país? No digo que sea fácil, sólo que uno espera que las personas que han sido capacitadas para ello lo hagan, en vez de hablar y opinar si tal o cual fue a cagar a las 3 de la tarde o a las 4 de la tarde.
Así que nos olvidamos de todo lo que nos dijeron y entramos a Venezuela. En los primeros días nos regalaban plata, tratábamos de explicar que no la queríamos ni la necesitábamos que nos regalen plata pero la gente nos la daba y se iba, y muchos ni siquiera aceptaban alguna artesanía a cambio. Ese tipo de situación se repitió en otros momentos, aunque estuviéramos bañados y con ropa limpita y sin agujeros.
Como entramos desde Colombia por la Guajira hicimos el recorrido del contrabando de combustible pero al revés, y lo hicimos completo. Empezamos en Colombia cuando, el camionero que nos llevaba a dedo se paró en un pueblo (el cual vivía del contrabando de combustible; nadie se podía meter para terminar con ese negocio porque si no, el pueblo se levantaba en armas) lleno de pipitas de combustible en todos lados, a dejar pipitas para cargar y a llenar el tanque (luego vendería todo más arriba a mejor precio, no sin ganas dejarle plata a cada policía del camino, como hacen todos en todo el recorrido).
Luego pasamos por la laguna de Sinamaica donde una comunidad vive literalmente “sobre la laguna” y así ha vivido desde siempre (por lo que nos contaron, las primeras comunidades precolombinas estaban asentadas sobre el agua). Por ahí pasa todo el contrabando en lanchitas que, con el peso que tienen, si se les pone un gramo más se hunden. Antes la gente de la comunidad se dedicaba a la pesca y ahora, se dedica al contrabando; los pocos que todavía se dedican a la pesca se tienen que ir muy, pero muy lejos (para no decir a la loma del orto) a pescar ya que la laguna de Sinamaica está totalmente contaminada por el combustible. Ah, como dormimos en la laguna (nos dieron hospedaje una familia de misioneros católicos ecuatorianos que estaban ahí hacía ya dos años) pudimos ver que por la noche se acrecienta todavía mas el trafico de combustible.
Esa cadena de contrabando no se va a romper, a menos que políticamente se decida destruirla. Cada eslabón es indispensable, se acciona por sí mismo y lo acciona el resto de los eslabones. Es una cadena que tiene una mente general conformada por todas esas pequeñas mentes que participan en ella, además de las mentes que dejan existir a la cadena y que finalmente también son parte de ella.
De Sinamaica arrancamos para la playa. Pasamos Semana Santa en una de ellas, vendimos todas las artesanías que teníamos hechas y no paramos de trabajar para hacer más (con lo que ganamos en ese momento nos alcanzó para vivir en el país y todavía nos sobró para pagar el pasaje a Panamá). Otros artesanos que encontramos antes de ir a Venezuela nos habían hablado del “consumismo desesperado” que hay, sin embargo nosotros no lo llamaríamos consumismo desesperado, en realidad no lo vemos desde eses punto de vista. Se vende más en las sociedades y clases sociales que poseen un excedente como para hacerse cargo de la compra de productos artesanales de decoración personal: lo que nosotros ofrecemos es un bien de lujo. En Venezuela la gente tiene dinero y ese dinero circula.
En Venezuela vimos rutas sin peajes porque como las concesionarias no cumplieron el contrato de mantener la ruta se dio de baja el contrato; había trenes nuevos e impecables; mercados baratísimos con comida subvencionada; salud gratuita y de excelente calidad con los programas de barrio adentro (en Caracas me hice una resonancia magnética de rodilla sin pagar absolutamente nada). Vimos que el dinero que sale del petróleo se invierte en mejoras para la población y no vimos que las clases más pudientes hayan perdido su status económico, sino más bien lo han mantenido o lo han mejorado. Entonces, ¿por qué tanto odio hacia el gobierno desde muchos sectores de la sociedad venezolana? Honestamente es difícil de comprender porque antes de Chavez no parece que hayan estado mejor; todo gobierno tiene fallas que es importante recalcar con críticas constructivas y no, como hemos dicho, con chusmeríos baratos o agresiones directas que salen en los medios (luego de ver algunos programas televisivos una se pregunta en dónde está la censura de la cual tanto se habla). Sí se puede volver agotador el exceso de publicidad en todos lados por cada mínima acción que hace el gobierno (por ejemplo, en las ambulancias aparece la foto del gobernador o gobernadora que estaba en el poder cuando fue comprada, pero, al fin y al cabo, no se puede decir que la compró personalmente el gobernador o la gobernadora, sino que fue un hecho realizado durante su gobernación; eso no es lo mismo). Pero sabemos que la publicidad es una herramienta con mucho poder.
Luego de dos meses y medio decidimos buscar la manera de llegar a Panamá o Centroamérica en general, haciendo dedo en algún barco. Se tienen que dar muchas circunstancias juntas para que esto salga bien: tener mucha paciencia, ser hincha pelotas y caminar mucho buscando y buscando, tener la suerte de encontrar a la persona justa en el momento justo. En Cumaná creímos que todo se había dado con un barco atunero pero, al final llegó el dueño del barco que vivía en Panamá y dijo que no podíamos subir. Como el viejo de mierda nos sacó los ánimos decidimos hacer lo que ya nos habían dicho: pagar y pagar para ir por Colombia de barco en barco. Fue un grave error, y muy agotador, sobre todo porque hay avionetas que salen de Venezuela por 100 dólares.
Cruzamos rápido el país hasta llegar a la frontera, la mayoría a dedo salvo por algún bus que tomamos porque nos dieron plata para tomar bus (si no podemos convencer a la persona de que no queremos plata para un bus, no nos queda otra que tomarnos el bus). Eso nos generó muchos problemas: no nos dejaban subir con las mochilas de mano aunque tengamos la cámara de fotos. Al final llegamos bien a la frontera. En la última parte nos dio la cola (el dedo) un bus de contrabando de comida: la comida que el gobierno venezolano subvenciona, que es colombiana, vuelve a Colombia en los mismos buses en que había entrado a Venezuela, para venderse más barata del lado colombiano. ¿Alguien hace algo para remediar eso? No. La guardia nacional venezolana es demasiado corrupta (si te descuidas, mientras revisan te roban o te sacan cosas, artículos electrónicos, o lo que sea, diciendo que los decomisan por no sé qué vaina) y los del lado colombiano tienen la idea anti Venezuela.
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